La escultura "Espeletia de Acero" es una manifestación de resistencia, identidad y permanencia. Inspirada en la Espeletia, más conocida como el frailejón, una planta icónica de los páramos andinos, esta obra traduce su presencia imponente y su capacidad de adaptación a condiciones extremas en una forma metálica y eterna.
Los frailejones son guardianes de los páramos, capaces de absorber la humedad del aire y devolverla al suelo, sosteniendo los ecosistemas de alta montaña. Son seres de resistencia, creciendo lentamente, desafiando el frío, la niebla y el viento.
La escultura adopta esa esencia, pero en un lenguaje de metal, donde el acero reemplaza la suavidad de sus hojas vellosas y el óxido se convierte en el equivalente de la piel curtida por el tiempo. Aquí, la Espeletia deja de ser un organismo efímero para convertirse en un símbolo de permanencia, una estructura que no se marchita ni se debilita, sino que se mantiene firme como un monumento a la vida y al paisaje andino.
El acero representa lo que sobrevive, lo que se mantiene a pesar de los embates del clima y del tiempo. En esta obra, el material evoca la misma fuerza del frailejón, pero con una durabilidad infinita, haciendo que esta espeletia metálica siga en pie incluso cuando su versión natural desaparezca del paisaje.
El proceso de oxidación en la obra se convierte en una metáfora del tiempo y la transformación, al igual que los frailejones, que crecen milimétricamente durante siglos.
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